El Jardín El Capricho es un espacio realmente sorprendente, uno de los pocos jardines históricos románticos que quedan en Europa.
Fascinante por sus espacios arquitectónicos y por una naturaleza desbordante, mutante a lo largo de las estaciones del año, es un deleite para el paseante; pero para el aficionado a la historia y el arte es además una oportunidad única de viajar a finales del siglo XVIII y a la primera mitad del siglo XIX.
Época convulsa en toda Europa: despertar de lo contemporáneo, el mundo en que transitamos en la actualidad. El tiempo de la revolución francesa, de los ecos de la ilustración, del romanticismo, de Goya, de Carlos IV y nuestra Guerra de la Independencia.
En esta amalgama de cambios y confusiones la Duquesa de Osuna, María Josefa de la Soledad Alfonso-Pimentel , también Duquesa de Benavente nacida en Madrid el 26 de noviembre de 1750 y desaparecida el 5 de octubre de 1835, tiene un sueño que lleva a cabo junto a su esposo Pedro Téllez-Girón Duque de Osuna. Enamorada del arte, de la música, de la pintura y con una situación privilegiada dentro de la sociedad del último tercio del siglo XVIII, realiza un gran «Capricho», una finca de recreo alejada de Madrid donde lo cultural y lo lúdico se desarrollaran a la par.
Solamente su nombre nos da la pista sobre lo que podemos encontrar tras la verja que hace de entrada al recinto, unas catorce hectáreas que nos permiten perdernos entre caminos inundados de vegetación, monumentos, fuentes, laberintos o rosaledas en un sin fin de sorpresas que hacen el disfrute del paseante.
De momento os dejo estas bellas imágenes para abrir boca…